Adiós, muchachos, compañeros de mi vida, barra querida de aquellos tiempos. Me toca a mí hoy emprender la retirada, debo alejarme de mi buena muchachada. Adiós, muchachos. Ya me voy y me resigno... Contra el destino nadie la talla... Se terminaron para mí todas las farras, mi cuerpo enfermo no resiste más...
Acuden a mi mente recuerdos de otros tiempos, de los bellos momentos que antaño disfruté cerquita de mi madre, santa viejita, y de mi noviecita que tanto idolatré... ¿Se acuerdan que era hermosa, más bella que una diosa y que ebrio yo de amor, le di mi corazón, mas el Señor, celoso de sus encantos, hundiéndome en el llanto me la llevó?
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